Bucólica


e insinúa en el aire
la mañana soleada
como una sosegada yegua blanda
que se inclina hacia el pasto
donde aún brilla
agónico
el rocío.
La noche es humedad
sonido entrecortado
pulso que amplía
el silencio del campo alrededor.
Bailan las copas de los sauces
y el río trae
su séquito de voces.
El aliento
de los caballos juntos
forma nubes pequeñas
como nidos de gasa transparente
que ocultan o
interrumpen
-como dioses benévolos-
las visiones y el frío.